- Disponer
de suficientes equipos que compitan.
- Comercializar
las competencias, ya sea vendiendo entradas para los partidos, cobrando
derechos para que otras organizaciones administren los ingresos, vendiendo
las transmisiones directa o indirectamente, etc.
- Equilibrar
la competitividad entre equipos con el fin de mantener la incógnita del
desenlace a través del tiempo.
- Controlar
la competencia según reglas deportivas escritas, para asegurar un cierto
grado de deportividad y salud de los deportistas.
- Asegurar
un clima de emoción entre los aficionados al fútbol.
En
los dos últimos puntos entra en escena el colectivo arbitral, ese cuerpo de jueces
de campo que la Liga mantiene para arbitran los partidos y vigilar la equidad
deportiva, pero sobre todo para que el negocio siga siendo rentable. Los
árbitros se guían en su labor de jueces por el Reglamente de Juego, aunque en
realidad sus decisiones son discrecionales y apreciativas, pudiendo impartir
justicia a su gusto y antojo, como podemos constatar a diario.
Los
árbitros españoles están asociados en el Colegio de Arbitros, adscrito a su vez
a La Liga cuyos intereses defiende, tanto deportivos como comerciales. Es en el
aspecto comercial donde su labor es delicada porque los intereses económicos
deben estar y están por encima de los deportivos. Solamente así podemos
explicar las múltiples “fallas” arbitrales que todos vemos desde las gradas,
pero que el árbitro ni siquiera sospecha estando a dos o tres metros del hecho.
Inevitablemente esas “fallas” son a favor de los equipos dominantes, porque a
La Liga le interesa que así sea.
En
todos los partidos suceden fallas arbitrales que se justifican porque “errar es
de humanos”. Frecuentemente escuchamos argumentos a favor de la inocencia
arbitral: “los árbitros se equivocan unas veces a favor y otras en contra”,
pero sabemos que no siempre es cierto. Hemos presenciado actuaciones arbítrales
realmente vergonzosas que demuestran a las claras la falta de imparcialidad del
árbitro en un partido. Esa falta de imparcialidad podemos constatarla en las
estadísticas de penalizaciones a favor y en contra que los distintos equipos
muestran en La Liga. Veremos que los equipos que juegan con mayor violencia son
más o menos castigados, según que sean poderosos o débiles.
Otro
factor que determina la calidad del arbitraje en La Liga Española es el
político. Algunos equipos de Madrid son favorecidos y otros castigados, según su
cercanía con los centros de poder. Es así que el Real Madrid, identificado con
la marca “España” y con más seguidores que el Atlético, será favorecido por
encima del equipo colchonero. Cuando ambos equipos se enfrentan, a menos que el Atlético
arrolle abrumadoramente al equipo merengue, éste siempre ganará con las ayudas
arbitrales que pudiera necesitar. Así había sido a lo largo de 14 años hasta el Final de la Copa del 2013.
A
nivel nacional, los equipos de regiones poco afectas a la Capital del Reino
serán castigados rutinariamente por los árbitros, como lo demuestran las estadísticas
de faltas y penaltis pitados a favor y en contra de cada equipo, sin importar
que su juego sea habitualmente limpio o agresivo en demasía. Esta circunstancia
explica que al Barça, de juego regularmente limpio y que pisa el área enemiga
constantemente, casi no le pitan penaltis y en cambio le castigan con la pena
máxima cada vez que un jugador contrario cae cerca del área grande.
Cuando
se ha cumplido la 8ª fecha de la Liga 2013-2014, Atlético y Barça van liderando
la Liga. Con 5 puntos de diferencia les sigue el Real Madrid, aunque sin las
descaradas ayudas arbitrales que ha recibido en los últimos partidos estaría a
9 puntos como mínimo y la Liga habría dejado de tener interés para buena parte
de la afición. Si ello sucediera el Estadio S.Bernaneu se vería desolado, la
tele-audiencia de pago bajaría notoriamente, sufriría la venta de partidos al
exterior y los acreedores dejarían de cobrar, una situación evidentemente inaceptable
para La Liga. Por eso los árbitros han aplicado medidas para corregirla a tiempo.
Existe
la esperanza de que el Real Madrid mejore en su juego a corto plazo. Todos
esperamos que empiece a ganar partidos en buena ley, de modo que la Liga siga
emocionándonos, pero sin obligarnos a presenciar arbitrajes vergonzosos que
desvirtúan la esencia del fútbol y castigan la deportividad.
¿Hay
incentivos económicos ilegales en el desempeño de los árbitros españoles? Sería
difícil demostrarlo, aunque ha habido comentarios recientes de un juego
arreglado. Pero cuando presenciamos actuaciones arbitrales que le dan vuelta a
un partido empleando las peores artes del oficio, castigando faltas
excesivamente o dejándolas pasar según sea el color de las camisetas, cuando
vemos alargar indefinidamente la prórroga hasta poder pitar un penalti
claramente inexistente, las dudas sobre las intenciones arbitrales surgen
inevitablemente.
Personalmente
no confío en la calidad arbitral de la Liga Española. Desde luego hay árbitros que
honran su profesión, algunos muy buenos, pero hay muchos mediocres
que demuestran a través del silbato, partido tras partido, que de fútbol y de moral
entienden poco.