La temática FUTBOLEROS es la que cabría esperar en una casa de vecindad de baja estofa, en la que todos se entretienen hablando de los zapatos con huecos de mengano y las bragas sucias de zutana. Igual que en esos lugares pintorescos, los motivos de mayor crítica son el policía del barrio por una parte y el dueño del sitio por la otra, cuyas virtudes y defectos se magnifican o santifican, según su afinidad con cada uno de los vecinos ¿En algún momento se habla de las razones para reunirse? Jamás. Si las cañerías están rotas o la luz se va constantemente, si el portal no cierra por las noches o el techo gotea, no son temas de interés. Lo importante es decir que el dueño es un ángel de bondad según algunos o un hijo de la gran puta por parte de los otros, de la misma manera que el policía puede ser un garante de la paz o un vulgar ladrón, según cada cual.
Así vemos que las "buenas tardes" dadas por Guardiola en su última rueda de prensa, constituyen una muestra de su sobria educación según el entrenador presente, o una declaración de guerra según el calvo flaco de la derecha. Si de la ausencia de Mourinho en la rueda de prensa se habla, unos aseguran que envió a su asistente porque está enfermo (aunque se le viera el día anterior en un casino de Montecarlo), mientras que los otros le acusan de cobarde y de enviar a su chico de las compras para dar la cara. De los equipos, aparte del Barça y el R.Madrid, nadie se ocupa y de los jugadores mucho menos, porque el tema a tratar no es el fútbol sino los trapos sucios de la semana y si no los hay, se ensucian.
Lo más característico de FUTBOLEROS es un talibán achatado, calvo y rechoncho, la puta vieja de la casa de vecindad, que pretende pasar por hija de un conde y hermana de santa Teresa de Jesús. Este individuo clama al Cielo cada vez que alguien dice algo que no comparte, grita constantemente, interrumpe a todos sin control, se limpia el trasero con Enrique Marqués y encima exige respeto virginal hacia todo lo que pudiera contener una leve brisa del Real Madrid. Anoche este imbécil no tuvo mejor idea que ofrecer ante las cámaras a todos aquellos que duden de la tranquilidad en el Bernabeu, una invitación para conocer el Museo y una comida pagada en el restaurante cercano.
AUTOR: Desconocido
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