viernes, 29 de mayo de 2015

CHIFLEMOS Y AL QUE NO LE GUSTE QUE SE JODA Y SE AGUANTE



Este sábado 30 de Mayo se jugará la Final de Copa (la mal llamada Copa del Rey) en el Camp Nou. Los finalistas son el F.C. Barcelona y el Athletic de Bilbao, dos equipos amigos aunque bravos contendientes, respetuosos del buen fútbol, uno más físico, el otro más técnico, y demostradamente sabedores del buen ganar y del buen perder. Somos viejos amigos, como podemos ver en las calles de barcelona, donde vascos vestidos de rojo y blanco, campean a sus anchas abrazándose y tomando cerveza con los culés del Barça.

Que la justa se celebre en el Camp Bou es otra burrada digna de la Liga Española, incapaz de designar un estadio ajeno a ambos equipos. También es otra demostración de la cerrazón mental del Real Madrid, cuya negativa a permitir que Barça y Athletic jueguen la Copa en su cancha, lugar equidistante entre para ambos equipos, solo agrega desprestigio internacional a su ya deteriorada historia.

A pesar de la controversia, el tema futbolístico que llena los espacios de la tele y columnas impresas en España es la diatriba sobre la pitada olímpica que Felipe VI y el Himno de España recibirán del público asistente. Será inevitable, por más que multipliquen las amenazas desde todos los ángulos. 

Hasta el Presidente de la Liga, un personaje de nombre Javier Tebas, con doctorado en "Imbecilis Sumum", ha manifestado alarma ante la posible pitada y exigido sanciones para quienes rechiflen al unísono las "gloriosas" notas marciales del Himno español. Por si fuera poco, también están exigiendo multas contra los equipos participantes en la Final de Copa. Suerte tenemos de que Fernández Díaz no haya tomado partido todavía porque recetaría la pena de muerte preventiva.
 
OTRAS MEDIDAS PREVENTIVAS:

No podría evadir mi responsabilidad en la crítica si no aportase también soluciones que resuelvan el conflicto. Me responsabilizo por cualquiera  que pueda ser adoptada:

1.- Si fuésemos razonables los himnos que abrirían este evento serían los de los países representados: Cataluña y País Vasco. Las notas de ambos himnos serían acompañados con entusiasmo, de viva voz por los asistentes, lo que impediría la rechifla anunciada. 
    2.- Si lo anterior ni fuera posible, pongan letra al Himno de España para que la gente, en vez de pitarlo, cante.

    3.- Cambien el nombre del Torneo para eliminar la mención del Rey. Podría llamarse Torneo Estrella, Copa Eliminatoria u otro adjetivo ajeno a un origen que resulta francamente repulsivo en ciertas regiones de la Península.

    4.- Eliminen el Final de Copa. Simplemente echen a suerte al ganador empleando algún sistema francés o noruego pero no español, porque aquí harían trampa.

    5.- Instalen un sistema masivo de cosido de labios a la entrada del estadio para impedir que la gente protagonice una rechifla.

    6.- Siguiendo el viejo ejemplo de RTVe, pueden silenciar y filtrar el sonido del público para que únicamente las "gloriosas" notas del Himno de España salgan al aire. Conjuntamente con el punto anterior, podrían instalar un programa computarizado que cambie las banderas vascas y catalanas desplegadas en el público, por "gloriosas" banderas de España. Este detalle se traducirá en alegría para la extensa audiencia latinoamericana, que podrá recordar los maravillosos y felices años de la Colonia y la Inquisición, a manos de Costés, Aguirre, Pizarro, Ordaz y otros héroes de la cultura ibércia.
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    7.- En último caso, se me ocurre que podría jugarse el Final de Copa con el estadio vacío, sin retransmisión, ni público, ni pitos, ni banderas. Una compañía de la Benemérita, armada con metralletas, estaría desplegada sobre el césped, por si algún jugador tuviere la desgraciada ocurrencia de exhibir una bandera enemiga. Al que lo hiciera, le regarían con dos ráfagas y sería reemplazado por otro jugador de patriotismo más confiable.

    Podemos prever que la presente será la última competencia de la Copa del Rey, ya sea por decisión deportiva o por defenestración política. Sea cual fuere la razón, debemos recordar que en la España tradicional siempre han preferible acabar con el deporte que soportar la expresión de los oprimidos. 



    Pero mientras llega el cambio histórico, disfrutemos lo que aún nos queda y cuando vayamos al Camp Nou agitemos la senyera y la ikuriña, gritemos y rechiflemos cuanto nos plazca, hagamos hablar los pitos, desplemos las banderas que queramos y hagamos lo que nos de la gana sin causar daño al vecino. No nos preocupemos de las críticas e insultos que vendrán desde España cualquiera sea el caso, porque al final lo que importa es disfrutar el partido y al que no le guste, que se joda y se aguante.

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