jueves, 27 de junio de 2013

EL IMPERIO DE LA INFAMIA CONTRA LA ROJA

Esta semana hemos podido constatar nuevamente la falta de escrúpulos que caracteriza a la prensa deportiva madrileña cuando se combina la necesidad de "rating" con su facilidad para propalar infamias. "Caiga quien caiga" es su lema, sin importarles personas, virtudes y mucho menos la verdad.  En tal despropósito han participado todos los canales, actuando cual cajas de resonancia para repetir el cuento de una supuesta noche loca protagonizada por los jugadores de la Selección de España, actualmente en Brasil para participar en la Copa de Confederaciones.

Aclaremos ante todo que una noche de juerga puede protagonizarla cualquiera y que los límites con lo inconveniente lo dicta la conciencia de cada cual, pero me cuesta aceptar que se haya permitido una juerga exagerada a los jugadores de la Selección, encontrándose en medio de un compromiso internacional. Más me cuesta aceptar que la juerga se haya extendido hasta las 4 de la madrugada y que haya incluido bebidas alcohólicas de alta graduación, putas caras, juegos de azar y un escándalo público.

Muchas y diversas razones me impiden aceptar esta infamia, entre ellas:

  • Ante todo pongo por garantía la profesionalidad de los jugadores. Estamos hablando de hombres que entienden su responsabilidad, la necesidad de cuidar su cuerpo y mantener las facultades. Se trata de personas habituadas a la disciplina, más cuando se trata de dar el máximo esfuerzo en una contienda de este calibre.
  • Vicente del Bosque maneja una Selección Nacional, organización que cuanta con un cuerpo de seguridad que también vigila el comportamiento de los jugadores dentro y fuera del estadio, antes y después de las comidas, durante las horas de trabajo, en los espacios de relajamiento y durante las horas de descanso y sueño establecidas. Se trata de una rutina estricta, con pocas y muy limitadas excepciones.
  • Como en todas las competencias de alto nivel, incluyendo las Olímpicas, la necesidad de ganar lleva a la falta de escrúpulos y a la búsqueda de medio para degradar al adversario. Sobran las invitaciones para romper la rutina, ofertas de sexo y licores y hasta de dinero para dejarse ganar. Son rutinas inevitables que los técnicos de las Selecciones reconocen a primera vista y corrigen de inmediato. Ningún deportista que falte más de 15 minutos pasa desapercibido, saltando de inmediato las alarmas y la operación "rescate".
  • Todos los testimonios sobre la vida disoluta de nuestros jugadores provienen de parte interesada, que han rendido declaraciones sin apoyo documental o gráfico, salvo imágenes de un club nocturno donde no se ve a los acusados, algunas chicas bailando, un miembro de la roja de medio cuerpo bailando en un espacio vacío, la imagen de archivo de Piqué jugando a las cartas y nada más. En esta época de teléfonos móviles con cámaras de foto y video incorporadas, nadie ha mostrado una sola fotografía que permitiera sospechar que las acusaciones pudieran tener base.

A pesar de lo dicho, programas como FUTBOLEROS y PUNTOPELOTA se han dado banquete hablando pestes de La Roja, criticando a del Bosque, difamando a los jugadores y dándoles espacio ilimitado a periodistas brasileños que trabajan para que Brasil gane el torneo, para decir los que les viene en gana. Periodistas como Enrique Marqués y Josep Pedrerol y bufones como Juanma Rodriguez y Tomás Roncero, se han llenado la boca profiriendo reproches como parte de su campaña por hacer naufragar a la Selección que deberían defender. Es una actitud comprensible en quienes, antes que la noticia, prefieren el escándalo y antes que la verdad buscan el "rating".

De nada han valido los desmentidos de Don Vicente del Bosque y la moderación de los periodistas que están cubriendo el evento. Sus opiniones no venden, su imparcialidad tampoco. Los canallas prefieren hacer ruido con las acusaciones irresponsables e interesadas de los enemigos. Como ellos, traicionan al deporte y ensucian su profesión.

Hasta que las pruebas demuestren que las acusaciones tienen alguna base verosímil, seguiré creyendo en la profesionalidad de nuestros jugadores, respetaré su intimidad y a sus familias y seguiré considerando a la Selección de España, de la que no soy seguidor ni partidario, la mejor del mundo actual.